jueves, 22 de julio de 2010

Por el medio de la calle 2010

Por el medio de la calle

Este evento implica muchas cosas. Implica que el metro en dirección Palo Verde estará congestionado, que muchos ciudadanos pasarán mucho tiempo en colas mientras otros infortunados residentes de Chacao hacen un esfuerzo sobrehumano por contemplar con beneplácito y una sonrisa en el rostro una edición más de tan esperado evento. Total es por la cultura y es una sola vez al año. También implica que todo espíritu joven amante de la música y el performance callejero que habite nuestro valle, y sus adyacencias, se dará cita en este evento para ver y dejarse ver.

Porque más allá de la intención de la alcaldía y un puñado de patrocinantes de hacer de esta ciudad un lugar un poco más humano, de los esfuerzos de la policía municipal por hacernos sentir un poco seguros y de la amable gente de Chacao que padece con gusto los avatares de cerrar sus calles durante una noche al año para demostrar que sí se puede tener una "Caracas bonita"; más allá de todo esto Por el Medio de la Calle tiene ese gusto a laca y oropeles de los concursos de belleza que nos recuerdan por qué de antaño este municipio era mejor conocido como "Irenelandia".

Porque asistir a este evento implica que vas a escoger con atención lo que vistas, debe ser cómodo pero a la vez representar tú sentir. Una pasarela donde cada tribu urbana reclama su lugar y proclama: "estamos aquí". Y veremos desfilar a la más heterogénea fauna caraqueña entre la multitud. Ropa negra, accesorios chillones, pelos parados, botas militares, patines y hasta tacones. Y en esta magna reunión de individuos ávidos de manifestaciones de la cultura urbana encontraremos a mi amigo el artista disfrutando del teatro de títeres gigantes, a mi otro amigo el roller que vive fuera de Caracas pero hizo el viaje para tripearse las rampas de Pro-ensamble, a mis amigos diseñadores enloquecidos tomando fotos, a mis compinches de la universidad coreando "Prisionero" bajo el obelisco de la Plaza Francia, a mis colegas Dj's que tengo meses sin ver recuperando fuerzas en Mc Donald's y a otros abasteciéndose para la noche que se augura divertida en el Prolicor. Pues la magia de Por el Medio de la Calle es el poder de reunión, porque siempre vas a encontrar a alguien y surgirá un buen plan. A pesar del gentío siempre encuentras una cara conocida, algún amigo o vecino que tenías tiempo sin ver, ex-parejas, ex-compañeros de trabajo, incluso familia y es la diversidad de los eventos que se presentan lo que logra reunir a tanta gente conocida y por conocer, con intereses y ocupaciones diversas en un ambiente jovial y relajado de convivencia ciudadana en una ciudad de muros altos y enrejados. Definitivamente el 26 de julio fue un día para demostrar que podemos vivir la ciudad que queremos, y también fue como vivir dentro de Facebook por algunas horas.


Greta García

Armando Scannone

Crónicas culinarias

Almorzando con Armando Scannone

Cuando yo era adolescente, vivíamos en una casa en la Esq. de Las Piedras, al lado de la familia Scannone. El padre de Armando era del mismo pueblo de mi papá. Los dos inmigrantes italianos, venidos de un pueblo, Moliterno, del sur de Italia, un pueblito en la cima de unas montañas, donde no llega ni siquiera el tren.
Al pasar de los años, cuando estudié psicología, hice mi tesis de grado sobre Tiempo Libre y luego escribía en una revista sobre tiempo libre. Un día entrevisté a Armando Scannone, porque me llamaba la atención que siendo Ingeniero Civil, tuviera esa pasión por la gastronomía. Escribió un libro Mi cocina, a la manera de Caracas, de un éxito extraordinario y numerosas ediciones.
Me invitó a almorzar y estuvimos conversando sobre el tema.
Lo primero que me dijo -Yo, realmente no dispongo de tiempo libre. El escribir los artículos de Cocina me ocasiona responsabilidad. Hay que formular recetas, investigar, probar.
Saboreando una deliciosa sopa de rabo escucho atentamente:
- En todas mis investigaciones me he dado cuenta de que de todas las cocinas del Caribe, resalta como la mejor la gastronomía venezolana, siendo de raíces comunes.-
- ¿Más majarete? -
Si un poco más, está exquisito.

-Yo no sé como surgió en mi esta inquietud por la cocina, en mi casa había buena sazón….El momento de la comida era muy importante. Yo realmente disfruté de una cocina extraordinaria a través de las manos de mi mamá….tenía una sazón especial. Cuando ella enfermó empecé a tomar apuntes y a recoger recetas. Era como atrapar la tradición, lo veo ahora..era como mantener una identidad, conservar lo propio.-

Los buñuelos de yuca están deliciosos !

-Yo al principio no quería vender el libro, yo deseaba regalarlo, compartirlo. Pero la reacción fue extraordinaria .Parece que el venezolano había perdido su comida típica Esta es la comida como fuente de tradición, de recuerdos, de sabores, la torta de jojoto es nuestra identidad.
Este tipo de comida no sólo gusta, satisface, es un poco difícil de explicar, ….es como si la hubieras conocido desde siempre -

Paladeo un refinado manjar de parchita.
Yo no creo en la comida como un placer de gula, no como al placer en el sentido hedonístico. Mira yo disfruto de la comida, la saboreo, la paladeo, pero me regocija también el comer con ustedes, el conversar, el disfrutar de la sobremesa.

Energía vital que impulsa a un ocio fecundo, productivo, tradicional. Cocina como artesanía, en un ambiente cálido, entre obras de arte para compartir, para degustar jugo de limón con papelón, entre flores, jalea de mango, bollos pelones. Entre recuerdos de mamá. Es la búsqueda de la identidad de lo universal que hay en nosotros.

Deanna Albano

A mi encuentro

Huellas de mi memoria. Camino fraguado en el tiempo.
Entre venir e ir de la vida cotidiana.
Una historia repetida en familia una y otra vez.
Y una de estas es la de los granos servidos en la mesa.
Uno de los más viejos la lenteja. Mi mamá contaba que en la Biblia Esaú cambió su primogenitura por una plato de lenteja. ¡Ese señor si tenía hambre!
Cuando veo un plato rebosado de lentejas recuerdo a Esaú y me lo como todo.

Mamá nos llevaba al mercado del Valle que estaba cerca del cementerio por la bajada de la Iglesia, ella le decía a mis hermanas, cuando compren caraotas, acuérdense que tienen que ser las de Chacao, porque son las más blandas del mercado.
Para mí las caraotas deben ser cocinadas con azúcar y no de echarle el azúcar por encima como hacía mucha gente. Mis amiguitos las comían saladas.


Cuando mi mamá nos ponía un plato yo me lo comía todo por recuerdo del profeta
Mis hermanas y mi mamá nos llevaban al mercado.

Y yo empecé a preguntarme como buen filósofo, por qué en mi casa se comían las caraotas dulces.
Encontré una historia de las que se esconden detrás de las paredes que se hablan en voz baja. Se decía que mi bisabuela Manuela se había divorciado de su esposo de apellido Mendoza y ella era muy joven cuando se casó. El divorcio le trajo como consecuencia que tuvo que salir de Caracas y asilarse en casa de familiares en Río Caribe. En ese lugar los habitantes tenían la costumbre de comer las caraotas dulces, así como la carne molida, como lo hacen los trinitarios y ellos a su vez como influencia de la cultura hindú.

Mi abuela aprendió esa forma de cocinar y las costumbres de comer los granos dulces se introdujo en la mesa de la familia hasta el sol de hoy.

Gustavo Misle

jueves, 15 de julio de 2010

On the rock's, please. Crónica de Marla Rojas

Alrededor de las 7:00 pm se congregaba la gente para ver y oír un concierto memorable. La Orquesta Sinfónica Juvenil de Chacao dirigida por la batuta del maestro Eduardo Marturet se presentaría a partir de esa hora en pleno punto central del municipio Chacao. Justo antes del Obelisco, en la Plaza Altamira.

Al llegar al lugar observé que la mayoría de la gente se posicionó del lado derecho de la plaza, quien sabe si desde allí se veía mejor la pantalla que estaba a los lados de la tarima la cual sostenía organizadamente los puestos para una orquesta de jóvenes talentos.

Al micrófono Ramón Pasquier y Albany Lozada daban el toque Glam para un evento cuyo patrocinante correspondía al sector de licores que si mal no recuerdo abría una campaña para el producto Jhonny Walker, Black Label.

“Treinta años de carrera…ha dirigido más de 500 orquestas con más de 1.000 conciertos en todo el mundo…con ustedes…Eduardo Marturet” decía Pasquier.

El repertorio que incluía temas universales, latinos y nacionales transcurría en medio de las vuvucelas criollas o mejor dicho entre sirenas de ambulancias, estruendosas cornetas de carritos y algún grito de uno que otro loco ocasional.

Era realmente esplendoroso y sublime oír tanto las intervenciones de Marturet como las piezas que la orquesta, dirigida por él, tocaban en medio de aquella urbe. Es el caso de la obertura 1812 de Tchaikovsky, en la que se me reveló un momento glorioso. Logré identificar que parte de esa composición con la que dicho músico celebraba la derrota de Napoleón pertenecía a una secuencia de la película V de Vendetta o para más señas V de Venganza. En la secuencia cinematográfica, la figura principal llamada V explota un símbolo gubernamental erigido en un edificio de Londres pero al mismo tiempo hace sonar, a través de las miles de cornetas repartidas en la localidad inglesa, el pasaje de la obertura rusa lo cual fue un instante magnánimo para mí porque la intensidad de las notas evocaba hasta el ambiente urbano de la imagen que tenía en mente, me sentí dentro del filme, fue extremadamente emocionante.
“Chamos, cuando sea grande quiero ser como ustedes” decía Marturet en una de las pausas del concierto refiriéndose al logro de los ensayos con la joven orquesta.

Eso sí, cuando comenzaron a tocar los mambos de Pérez Prado la gente mayor empezó a contonearse al ritmo de la percusión lo que rompió con el estoicismo del beat clásico donde se dejaban colar los “qué bello”.

De pronto, iracundo y con un peli amarillo teñido un hombre de mediana edad muy desorbitado pasó a nuestro lado gritando “si ustedes hacen un curso de esa vaina también tocan así”, repetir sus groserías sería irrumpir en la experiencia Marturet, pero el loco me dejó pensando, en el fondo tenía razón.

Marla Rojas

Ríete de Kafka, una nueva crónica de Deanna Albano

LA 1404


Se me ocurrió solicitar mi pensión del Seguro Social. No había tenido interés en solicitarla antes, porque pensaba que yo no la necesitaba tanto.
Hice las primeras diligencias yendo a Parque Central y cuando entregué los recaudos, no me dieron ningún comprobante porque ese día no había línea. Que volviera en una semana. A los quince días me informan que salió la pensión. Pensé “qué eficiencia” y yo que tenía otra imagen.
Tuve que ir ocho veces para que me informaran. A la novena vez me informan que la pensión salió por vía de Gracia. Mi extrañeza continua y eso???? Si yo no había hecho ningún trámite.
Recorrí todos los pisos de la Esq. Altagracia, pero nadie tenía la información exacta.
Me mandaban del timbo al tambo entre Parque Central, la Torre Norte del Silencio, y remato en la Esquina de Altagracia.
Finalmente descubro que me fue otorgada la pensión en Octubre 2005. Qué raro, si yo la solicité en el 2006.
Subo escaleras, bajo escalones, finalmente me informan que otra persona está cobrando por mí con una cédula falsa, una partida de nacimiento falsa y la constancia de trabajo adulterada.
La otra señora estaba cobrando mi pensión en el Banco Venezuela.
Hay que hacer la denuncia en PTJ, en el Paraíso. Me toca recorrer la ciudad para hacer la denuncia.
Llevo la copia de la denuncia a Parque Central. Empiezo a ir cada quince días y me informan que van a desbloquear la cuenta y me van a hacer el oficio para yo poder cobrar. Descubro que la clave está en el Piso 7 de la Torre Norte, en el Silencio. Sin embargo, cada vez que creo que estoy cerca de la solución, cambian el jefe. Esto sucedió tres o cuatro veces.
A cada uno le entrego copia de todos los papeles. Cada vez que cambia un jefe, hay que esperar que tomen posesión del cargo.
En una de esas idas, me atiende una joven muy amable, Mary y me notifica que como NUNCA presenté mis papeles, tenía que llevar los originales esa misma tarde.
Cuando regreso en la tarde NINGUNO de los funcionarios quiso atenderme ni recibir mis papeles. Les digo que me voy a quedar hasta que alguien me reciba. Cuando son cerca de las 400 pm se me acerca una vigilante y susurra “ aquí es muy peligroso de noche, no se queda nadie”.
En verdad pudo más el miedo y no tuve otro recurso que irme.
Durante otros cinco meses volví y cada vez me pedían una tal planilla 1404, que yo no tenía porque se la habían dado a la otra. Ya el caso era conocido en todo el seguro. Era el caso de la morena la otra, y la catira que soy yo, como Mary le informaba pacientemente, a cada nuevo jefe. La morena seguía cobrando, y yo??? …. recorriendo oficinas, enviando cartas al Presidente del Seguro Social, subiendo y bajando escaleras.
Ahora paso las noches soñando con la 1404, 1404, 1404, 1404.