lunes, 10 de mayo de 2010

Viaje a Oriente

Eran las 7 de la noche de un 1ro de mayo del año 1992 cuando tomé el autobús que salía de Caracas rumbo a Oriente, específicamente Puerto La Cruz, estaba algo vulnerable; no sabía ni por qué pero al final me mentalicé; me sentí más cómoda, pensé que alguien querido me esperaba, que iba a disfrutar unos días después de tanto stress laboral y familiar. Aún no imaginaba lo que me esperaba, fue una de las vivencias más inolvidables de mi vida, puesto que quedó marcado como el viaje más largo de mi vida ya que de cinco horas aproximadamente que duraba el mismo, terminó durando 20 horas.
Todo iba perfectamente bien, a excepción de algún grupo de jóvenes que reían y gritaban llamando la atención y obviando las normas de un colectivo, pero como persona práctica me puse mi walkman y empecé a oír música.
De pronto sentí que el autobús empezó a fallar, cada vez iba más lento y con un ruido extraño a mi parecer, hasta que se paró por completo en una carretera oscura como boca de lobo. Todos los que íbamos a bordo nos bajamos, asustados y preocupados, no teníamos los celulares de entonces ni mucho menos cerca un teléfono público.
Pasaron las horas y nada que se resolvía el problema, la gente empezaba a inquietarse más y más. Yo por mi parte comencé a sentir la necesidad de ir al baño, tenía hambre y sed.
Hasta que por fin se paró un camión de carga y el chofer de éste comenzó a revisar la maquinaria del autobús y nada.
La gente ya estaba comenzando a protestar incluyéndome a mí, y el chofer muy educadamente nos preguntó si queríamos irnos en el camión. Yo me sorprendí mucho, porque no me veía montada en un camión parada todo ese trayecto y todos juntos como cerdos. Al final nos montamos y ni siquiera supe cómo fue, ya que me empujaron y cuando vine a ver ya estaba dentro.
Pasaron como 2 horas de viaje, no estábamos contentos ni mucho menos cómodos, pero era en medio de todo lo malo una solución. Hasta que el chofer se paró y hasta ahora no se por qué razón tomó esta decisión y dijo que no podía seguir con nosotros. Todos quedamos sin habla por unos segundos y por supuesto pidiéndole una explicación que nunca nos dio. No nos quedó más remedio que bajarnos en un pueblito oscuro, triste y pobre, todos desorientados y sin saber que hacer. Algunos nos mirábamos la cara con aire interrogante otros decían groserías y otros lloraban.
Hasta que opino que un ángel protector nos ayudó y se paró un autobussette y le explicamos qué había pasado, y se dignó a llevarnos pero con la condición que se iba por un pueblo llamado Zaraza. En efecto, aceptamos pero el viaje duro aproximadamente 15 horas.
El chofer llevaba unas personas con él de mal vivir 2 mujeres y un hombre, todos iban tomando y tenían un aspecto denigrante. Y yo comencé a preocuparme porque por un momento pensé que era un secuestro y que todos estaban de acuerdo (el autobús, el camión y el autobussette). Y además el chofer venía borracho y manejaba malísimo.
Pero todo fue idea mía porque por milagro llegamos a Pto. La Cruz. Mi sorpresa fue que la persona que me esperaba no estaba en su casa. Encontré un teléfono público y la llamaba y nada. Ya casi estaba al borde de la desesperación, decepción y cansancio.
Esa persona estaba en la policía declarándome como persona perdida. Y hasta aquí la historia de mi vivencia.
MORELLA VELAZCO

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