viernes, 23 de abril de 2010

Sección 10, Más crónicas modernistas

En la sección del 16 de abril de 2010 leímos una crónica de Manuel Díaz Rodríguez, "Constantinopla", de su libro de crónicas de viajes De mis romerías. El escritor venezolano Manuel Díaz Rodríguez fue el prosista más importante del continente, y al igual que las figuras más destacadas del movimiento modernista, fue viajero, pero también alma sensible. También, formó parte de las figuras intelectuales que acompañaron al gobierno de Juan Vicente Gómez, junto a escritores como José Gil Fortoul, Pedro Emilio Coll, Vallenilla Lanz. En la crónica leída se destaca el cuidadoso uso del lenguaje, el cual llega en algunos momentos al lirismo poético, el detalle preciocista. Es el caso de la descripción que hace Díaz Rodríguez de las mujeres del harem del sultán turco, a las cuales compara con las flores de un invernadero, deteniéndose incluso en un área precisa de estas mujeres, sus manos, la única parte su cuerpo visible. De un plano amplio, de la ciudad descrita, Constantinopla, la visión del cronista se va cerrando. Inicia su descripción con la figura del Sultán y su séquito de guerreros, para luego enfocarse en las mujeres de su harem y sus eunucos. Lo importante a destacarse, además del lenguaje preciocista, que ya he señalado, es la perspectiva, cargada de subjetividad, que parte de lo observado pero que va mucho más allá, entregándonos, su mirada acerca de un lugar exótico, una cultura, y lo que esta cultura despierta en su imaginación. Como ya he señalado lo fundamental de una crónica, y que define precisamente el estilo de un cronista, está en estos dos aspectos; por una parte, de qué manera su lenguaje construye una visión de la realidad, y de igual modo, desde qué punto de vista enfoca la realidad observada. Desde ese punto de vista Díaz Rodríguez es una figura paradigmática de la época modernista.

En la sección 10 también leímos y comentamos los ejercicios de tres talleristas.: María Fernada, Diego y Marla. La propuesta del ejercicio era escribir una crónica en la que predominase el tema y la perspectiva subjetiva. Nos resultó evidente que la objetividad sobre un hecho nos resulta más fácil de expresar. Como señalé, toda buena crónica debe presentar una perspectiva con cierto grado de subjetividad, otra cosa distinta es que el tema de la crónica sea de referente subjetivo, es decir, que el tema sea una emoción, un sentimiento, algo que podamos vincular al ámbito de lo íntimo. Aún si nos referimos a un sentimiento ajeno o colectivo, algo de nuestra propia subjetividad se pone en juego, queda expuesto. La crónica "los suicidas del fin del mundo" de Leila Guerriero, publicada por Debate, a la que ya me he referido en un posteo anterior, podría ser un ejemplo paradigmático dentro de la crónica latinoamericana contemporánea.

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