viernes, 27 de julio de 2012
Festival de la Lectura Chacao: lugar de (des) encuentros
El pasado mes de mayo fue el cierre del IV Festival de la Lectura Chacao también conocido como Festilectura, durante una semana se dio un espacio que buscaba, quizás, otorgar un respiro a esta ciudad en constante ahogo. Ante una variedad de títulos, una buena organización y distintos eventos en tarima, los lectores caraqueños pudieron pasearse por un verdadero festival: una fiesta que celebraba la literatura y generaba un lugar de encuentro.
Al comienzo de la tarde del domingo la cantidad de gente en distintos stands lograba despertar cierto aire de concierto musical: los libros eran los grandes artistas de la noche – todo el mundo ansiaba encontrar algo- y los vendedores sus teloneros. No obstante, aunque la diversidad de temas se mantenía, pululaban en gran cantidad de sitios los libros sobre política y autoayuda, cosa que me hizo pensar que los venezolanos pareciéramos necesitar que nos digan cómo vivir o que nos expliquen la situación política actual, cómo llegamos a esto. Mientras reflexionaba sobre lo anterior algo llamó mi atención: cerca del stand de Ediciones B, había un hombre con traje de vestir negro, sentado en uno de los bancos de la plaza, con una mesita pequeña enfrente llena de libros y a su lado una chica con una gran chapa que promocionaba los libros de la mesita. La situación era extraña. Me acerqué disimuladamente al ver que el hombre del traje estaba intentando vender un libro a las personas que compartían su banco, leí el nombre: “Te vendo mi gorila”. Ante la cara visiblemente cansada de la chica que quedó a cargo de la mesita, le pregunté el precio del libro y de qué se trataba, la respuesta fue: “Estrategias de ventas para venezolanos por un venezolano”, luego esgrimió una sonrisa y me dijo el precio. Pensé en la temática del libro, en lo valiente pero al mismo tiempo incómodo que debe ser pararte a vender tu material ante el desamparo editorial.
Bien sabemos que Venezuela no tiene una profunda cultura lectora –hay que estar claros en lo que se es- y que las ferias del libro son una forma de dar a conocer las editoriales que aún venden en el país y cuáles escritores promocionan; aunque el tema de “Te vendo mi gorila” no me llama para nada la atención y me parece que el nombre del libro raya en el mal gusto, es desagradable entender que el mundo editorial parece tener oídos sordos ante sus escritores. Cuando doy mi segunda vuelta a la feria, Luis –sí, así se llama el autor- tiene cara de contingencia y en menos de un segundo ésta se borra por una sonrisa al ver que una doña se acerca, no obstante, la futura compradora se desvía al vislumbrar a Leonardo Padrón caminando entre los stands. Por alguna razón estoy segura de que el libro del gorila sería un bestseller debajo del puente de las Fuerzas Armadas, pero en la feria aparenta ser un intento desesperado.
Sigo caminando, buscando al gran artista –el libro deseado-, me paro, doy vueltas y comienzo a pensar que el Festilectura se maneja entre lugar de encuentros, encuentros a medias y desencuentros: el primero, para el que consigue lo que busca, ese que se reúne con los amigos en los distintos stands y estrecha la mano de los autores; el segundo para el que, como yo, encuentra un libro después de la cuarta vuelta, hurgándose en los bolsillos, sabiendo que hay mucho que comprar pero poco con que pagar, y el último para vendedores/escritores como Luis, que para llegar bien a un público quizás deban venderse a través de conferencias, siendo mediadores entre su obra y el lector.
Dayana Villa
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